El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer desde 1975, apela a la conciencia de toda la sociedad. Desde una perspectiva histórica, podemos ver importantes avances en la igualdad de género, pero queda mucho por hacer. Miles de trabajadoras textiles salieron a las calles de NY un 8 de marzo de 1857, protestando por sus míseras condiciones laborales y reivindicando el fin del trabajo infantil. A lo largo de los siguientes años se sucedieron movilizaciones y huelgas en distintos países, reclamando también el derecho al voto, a trabajar, a formación. Los logros alcanzados se han conseguido en momentos de luchas sociales. Aislar al movimiento feminista de esta realidad le apartaría de su dimensión social. Actualmente, el auge y fuerza del feminismo neoliberal amenazan con alejar la lucha de la realidad social. Las mujeres explotadas no son libres, aunque esta explotación provenga de mujeres; las mujeres dependientes económicamente de hombres o de empleos basura no son libres; la prostitución no es una opción laboral, los vientres de alquiler no son libres, sino que forman parte de un mercado donde las mujeres precarias son explotadas y su cuerpo pasa a ser una mercancía más. Esta crisis sanitaria ha evidenciado la centralidad y necesidad de los trabajos de cuidados, de los servicios públicos, de las redes de apoyo y solidaridad ciudadana, mayormente sustentadas por mujeres. Estos servicios que son continuamente recortados y privatizados. Los empleos donde se perciben sueldos de menor cuantía mayoritariamente están ocupados por mujeres, como es el caso del empleo del hogar o de la limpieza, donde trabajan casi en exclusividad, representando el 98% y sin ser dadas de alta en la Seguridad Social la mayoría de las veces. En la UE sólo uno de cada tres jefes es mujer, cobrando éstas un 23,4% menos que sus compañeros. Para los hombres, la familia supone un apoyo que les permite desarrollar su carrera profesional. Para las mujeres, en cambio, es el origen de una gran cantidad de tensiones entre el hogar y su profesión. El 90,93% de las excedencias solicitadas para el cuidado de los hijos han sido pedidas por mujeres, mientras que el 87,9% de las personas que abandonaron el mercado laboral para dedicarse a los cuidados también son mujeres. Con la crisis económica derivada de la pandemia, las mujeres protagonizan las colas del hambre, el paro, la pobreza severa, la precariedad laboral y la exclusión social. Exigimos urgentes medidas de redistribución de la riqueza que permitan cerrar la escandalosa brecha salarial tanto en población activa como en pasiva. La violencia de género, o violencia machista, ya suma 1.080 mujeres asesinadas y 32.000 mujeres que viven hoy en España con protección policial. Más de 2.800.000 mujeres de 16 o más años residentes en España han sufrido violencia sexual en algún momento de su vida. La lucha por la igualdad de género debe ir de la mano de la lucha por la igualdad social, porque supone derribar las mismas estructuras sociales de poder y explotación. La Renta Básica Universal, Incondicional, Individual (no familiar) y Suficiente sería un importante apoyo para la autonomía de las mujeres, porque les permitiría poder decidir con quién vivir libre de violencias, dónde trabajar, cómo mejorar su formación, etc. Desde ahora hasta marzo de 2022, está en marcha una Iniciativa Ciudadana Europea por la Renta Básica Incondicional. Se trata de recoger un millón de firmas en Europa para que el Parlamento Europeo valore esta propuesta y aconseje a los distintos países su implementación. Mas información en www.rentabasicaincondicional.eu
Firma por la Renta Básica Incondicional y abre el futuro